


En enero de 1893, Monseñor Luis Silva Lezaeta, Vicario Apostólico de Antofagasta, hace un viaje a Bolivia y tiene ocasión de conocer en Oruro, a Sor Ana Jacoba Treichler y otras religiosas de la Congregación Hijas de Santa Ana que atendían el Hospital de aquella ciudad. En esa ocasión concibió la idea de pedir a la Superiora General de la Congregación si pudiera tener las mismas hermanas para el Hospital de Antofagasta.
Comunicado el pedido a la Casa Generalicia en Roma, la Reverenda Madre General Sor Ana Rosa Gattorno Fundadora de la Congregación aceptó el pedido y con fecha 11 de abril de 1893 se firmó en Antofagasta un contrato entre la Superiora Sor Ana Jacoba Treichler y la honorable junta de Beneficencia de Antofagasta.
El día 20 de agosto del mismo año llegaron a Antofagasta y tomaron posesión del Hospital, Sor Ana Jacoba Treichler como Superiora acompañada por de Sor Ana Victoria Moise y sor Ana Honorable Vargas venida de la casa de Oruro, más Sor Ana Basiglia Marzucchi y Sor Ana Giustinina Gallegari venidas directamente desde Italia un día después de la primera.
El primer edificio del Hospital del Salvador fue construido entre los años 1875 y 1879, en el mismo sitio donde se ubicaba el Desinfectorio Público de Calle Matta (ex Angamos). Las sucesivas reparaciones sobre todo durante el período de la Guerra del Pacífico en que llegaban gran cantidad de heridos traídos de los campos de batalla, de Pisagua, San Francisco y Tacna, y el constante aumento de su población exigieron la ampliación constante de su estructura e igualmente la construcción del nuevo Hospital de la Avenida Argentina. Aún se conservan restos del antiguo hospital de calle Matta construidos con posterioridad a la guerra de 1879.
A la llegada de las hermanas en el año 1893, el Hospital era un Hospital pobre que solo podía albergar a 70 enfermos, por falta de recursos ya que todo era pobre. A pesar de toda esta dificultad, las Hijas de Santa Ana, supieron emplear su inteligencia y celo por el desempeño de su deber, de modo que en poco tiempo fue notable la transformación por la limpieza, el orden y el afecto maternal y tierno que ofrecían las hermanas a los pobres enfermos; con este modo de hacer, se merecieron el respeto y gran estima por parte del pueblo, que admiraba si testimonio de donación.